Actualizado 16/10/2021 - 18:19
Aunque mucha gente no lo sabe, cada 16 de octubre se conmemora el Día Internacional del Jefe. Según se cuenta, la festividad fue creada por Patricia Bays Haroski en 1958: registró la petición ante las autoridades del Estado de Illinois (Estados Unidos) y eligió para ello la fecha del cumpleaños de su padre, que casualmente también era su jefe pues trabajaba para él como secretaria. En 1962 se adoptó la fecha de manera 'oficial'.
El sentido de la celebración reside en que los trabajadores agradezcan a los jefes su amabilidad, su sentido de la justicia y su labor en la gestión de equipos. No faltan críticas tampoco, sin embargo, aludiendo a que tales características no siempre existen y que el protocolo social estipula que los regalos y felicitaciones deben hacerse siempre desde relaciones de igualdad.
Sin embargo hay una cosa clara: prácticamente cada persona en el mundo tiene cerca a alguien a quien llamar 'jefe'. Y también que aunque el puesto de jefe sea único, no hay un único tipo de jefe. Estos son algunos con los que nos podemos encontrar.
El jefe azteca: Llega por la mañana, revisa las cosas pendientes, te llama y te dice: "Toma, hazte cargo de esto". Luego, se sube a su pirámide y hasta que se va.
El Führer: No se le puede discutir, tiene siempre razón, te hace encargos suicidas, da furiosos discursos y cuando no se cumplen sus órdenes, la culpa es tuya y desapareces.
El jefe Blancanieves: Sonríe a su equipo, les acaricia la cabeza y les canta canciones. Vas cantando al trabajar y todo va bien, menos cuando pasa algo y nadie sabe qué hacer hasta que llega el suplente.
El Líder: Habla en Mayúsculas. Establece la Línea y la Filosofía. Habla de Estrategia. Los libros de Autoayuda los escribió él. Lo concreto son detalles irrelevantes.
El camarada: Va en el mismo barco y está en la misma trinchera. Llega el primero y se va el último. Nadie puede abandonarle sin remordimientos.
El capitán: Ningún jugador es tan importante como todo el equipo junto. Por lo tanto, salgan y diviértanse, que yo ya voy a lo mío.
El malo de James Bond: Nunca sabes si vivirás otro día mientras él te mira y acaricia al gato.
La estrella del rock: El trabajo es él. Es autor y creador. A tí te toca esperar la próxima genialidad para aplaudirla.
El prisionero: Ha caído sobre sus hombros una tarea de la que no sabe cómo liberarse. Te mira suplicando ayuda.
El orfebre: Cuida con mimo cada detalle. Todo le parece perfeccionable. Por lo tanto, todo debe pasar por sus manos, antes y después de hacerse y rehacerse.
El épico: Nuestra misión es superior a nuestra existencia como indivíduos. Es exigente, puede ser cruel, pero puede ser justo si no interfiere con la Misión.
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